España, 1 de julio 2015
Aeropuerto de Barajas
Existe la posibilidad de que en unas horas inicie mi intento de cruce del Estrecho de Gibraltar. Si bien me va, llegaré a Tarifa a las 2 de la mañana. El camino de Madrid a Málaga me da la última oportunidad de comer algo en el día. Opto por algo sencillo: ensalada, bellotero y un vino californiano. Habrá que relajarse en el resto del trayecto.
Hace algunos días, cuando discutíamos el nado de Gibraltar, comentaba con Nora que, tomando en cuenta el pronóstico del viento en Wind Guru, tal vez valdría la pena nadar el 2 de julio, incluso cuando acabáramos de llegar tan sólo unas horas antes.
De los Siete Mares, Gibraltar es relativamente el más sencillo. Los cuatro que me faltan van a obligarme a nadar hasta 18 o 20 horas seguidas.
El momento más difícil de un nado nocturno ocurre entre las 3 y 4 de la mañana. A esa hora mi cuerpo invariablemente está dormido y, cuando lo obligo a nadar, se rehúsa. Hace dos semanas, mientras nadaba en París, me lo recordó varias veces.
Si efectivamente nado mañana, habré viajado de México a Tarifa durante 20 horas, trataré de dormir 5 e iniciaré el cruce. Se habrán cumplido mis deseos.
En las conferencias motivacionales que doy, hay una sección donde comento que uno siempre tiene que estar preparado para lo inesperado. Mañana sabré qué tan bien llevo a la práctica mis propios consejos.