Lunes 19 de septiembre 2016

El final de la temporada de aguas abiertas se aproxima.

Hace dos semanas Kimberly Chambers intentó nadar de Sacramento a San Francisco, pero tuvo que abortar su nado a las 24 horas; en las mismas fechas Carlos Acosta, atleta bajo la tutela de Nora Toledano, logró cruzar el Canal de la Mancha; y ayer se llevó a cabo la novena edición del Maratón eDreams en Cadaqués.

 

Para cerrar la temporada oficialmente habrá que esperar los nados de Mariel Hawley y Zach Margolis en Tsugaru y Catalina respectivamente. Estoy seguro de que ambos lo lograrán.

En cuanto a mi vida deportiva estoy disfrutando de unas deliciosas vacaciones. Llevo diez días recorriendo Italia. He corrido en algunas ocasiones, nadado en otras y flojeado rigurosamente cuando me siento cansado. La combinación de entrenar y recorrer museos, iglesias y sitios de interés causa estragos en el cuerpo y ha habido días en que me siento como si hubiera nadado seis horas.

Hoy fue un día de flojera. Me desperté en Venecia y, como es el penúltimo día de la vacación, decidí tomar un descanso y aprovechar las primeras horas del día  para organizar mi regreso a México.

El hotel donde me hospedo tiene una terraza con vista al Gran Canal. Encontré una mesa vacía, pedí una taza de café y prendí la computadora.

El primer correo que apareció fue de Philip Rush, el organizador del cruce del Estrecho de Cook. Después de meses de estarlo persiguiendo me informaba que finalmente se confirmaba mi ventana. Mi nado sería entre el 18 y el 25 de marzo de 2017.  Una descarga de adrenalina corrió por todo mi cuerpo: ya tenía fecha para mi sexto nado.

La emoción del momento contrastó con los sentimientos que había tenido desde mediados de julio. Esto me llevó a pensar todo el día en las cosas que he sentido en nados anteriores.

Empecé recordando mi primer intento de cruce de Catalina en 1998. En aquella ocasión tuve que cancelar el nado después de cinco horas. Me mareé en la ida de Long Beach a Catalina y nunca pude recuperarme.

Cuando finalmente llegamos a tierra me di cuenta de lo mal que estaba. Tardé más de 24 horas en dejar de sentir el mareo. Aunque la experiencia fue una lección importante, nunca pude borrar el sentimiento de fracaso. Tal vez sea por eso que Catalina es el nado que más veces he hecho.

En los cruces exitosos he experimentado diferentes humores.

El primer nado del Canal de la Mancha fue una lucha contra la naturaleza y mi mente que me dejó un desgaste emocional tremendo. No lo recuerdo como algo agradable.

La segunda vuelta a Manhattan y el tercer cruce de Catalina los viví como un trámite para mi segunda Triple Corona. A pesar de que éstos fueron nados exitosos, no contarían si no lograba cruzar el Canal de la Mancha, por lo que no me pusieron particularmente de buen humor.

Sin embargo, al final de la segunda Triple Corona —cuando completé el segundo cruce de la Mancha— sentí gran júbilo. Pensaba que ése había sido mi último nado y me retiraba contento de haber logrado la Triple Corona en una temporada.

Gibraltar fue un nado de muchas emociones, pues fue mi regreso a las aguas abiertas. Nadar con Lalo, Mariel y Nora fue algo especial por lo que significaba para los dos primeros, pero me costó mucho trabajo concentrarme. Al fin y al cabo, sabía que el nado sólo era un trámite, pues realmente no lo consideraba un reto.

Tsugaru me levantó los ánimos. Era un nado difícil que me atemorizaba mucho. Mi temor llegó al grado de que horas antes del nado Ximena me escribió: “Papá, quiero que sepas que para mí siempre serás el mejor, aun cuando hoy no termines”. Cuando finalmente logré cruzar las corrientes y vi la costa cerca, me entró una gran emoción. Nuevamente podía nadar.

Moloka’i fue una belleza, mi mejor experiencia en el agua. Las casi 24 horas de nado nutrieron mi espíritu y al final estaba de un humor extraordinario.

La última pintura que vi hoy fue La ascensión al empíreode El Bosco, artista holandés del siglo XV.

No creo en el cielo, pero la composición de la obra me hizo pensar que siempre hay luz al final del camino, un mejor estado que en el que a veces vivimos.

Hoy que recibí la noticia de Philip mi humor ha cambiado. Ya tengo las fechas para mis nados del año entrante. Una parte importante de mi vida tiene tiempo y forma. Eso me gusta, me da tranquilidad y me cambia el humor.