Enero 30, 2017
El despertar después de un nado exitoso trae consigo una serie de sensaciones variadas. La primera es la satisfacción que se siente después de cumplir una meta en un camino más largo —como la Triple Corona o los Siete Mares— o en una temporada, como mi primer cruce del Canal de la Mancha.
Después viene el dolor. La magnitud de los daños depende de las condiciones del nado: la duración, la temperatura del agua, el viento, las picaduras de aguamalas, las rozadas en el cuerpo y qué tan escaldada hayan quedado la boca, la lengua y la garganta.
En mis primeros nados los dolores en la boca y la garganta eran horribles. Sin embargo, con el tiempo he descubierto que el reflujo que ocurre en ciertos momentos del nado ayuda a balancear el PH en mi boca. Recientemente también descubrí que el vino tinto ayuda en ese sentido.
Los hombros fueron uno de mis puntos débiles durante mucho tiempo. En Tsugaru tuve que nadar con cinta. Afortunadamente los entrenamientos de fuerza y estilo han resuelto en gran medida el tema. Después de Catalina mis hombros estaban perfectos y sólo me dolía el antebrazo derecho, probablemente como resultado de la fuerza de las olas, que siempre estuvieron a mi derecha.
A continuación llega el aspecto mental: ¿Qué sigue? La transición entre nado y nado es compleja. En las horas previas al nado y durante la travesía no hay lugar en mi mente para pensamientos que no abonen al éxito. Me olvido de los pendientes en mis diferentes actividades profesionales, me despreocupo por lo que esté sucediendo en México y el mundo y dejo de lado cualquier problema personal que esté enfrentando.
Después de terminar el nado se puede celebrar, pero en unas cuantas horas regresas a la realidad. En esta ocasión lo que me hizo despertar fue mi trabajo en Sonora, principalmente la visita que haría Claudio X. González, Presidente de Mexicanos Primero, a Hermosillo.
La lucha mental de esos primeros días es difícil.
En mi mente está la satisfacción de un nado complicado y poco común. Además de la tranquilidad que me da saber que pude con las olas y la temperatura del agua, me entusiasman las muestras de solidaridad de las personas que me felicitan en persona o por medio de las redes sociales.
Tengo que aislar esos sentimientos y entender que no abonan a mi trabajo. No puedo dejar que mi vida profesional se contamine; cada espacio necesita atención diferenciada.
El siguiente reto es controlar el insomnio, que en mi caso se debe a una combinación de la adrenalina que genero para lograr la meta y la baja de actividad física durante el periodo de recuperación.
Una de las metas que acordé con Jaime Delgado fue que mis nados serían menos de “ganas” y más de control mental. Así, con la esperanza de combatir el insomnio, he ido haciendo mis nados cada vez más mentales y menos físicos.
Al terminar el cruce de Catalina parecía que la estrategia daría frutos. A diferencia de otras ocasiones, hace dos semanas no tuve la energía que normalmente muestro durante la cena. Sin embargo, no me salvé del insomnio. Entre las siestas que me tomaba durante el día y la reducción de horas de entrenamiento, tuvieron que pasar casi dos semanas para que se regularizara mi sueño.
La sensación física es otro tema. Me sentía cansado. Durante los primeros días tenía mucho sueño y sentí muy pesados los brazos en mis nados. La segunda semana sentí mejor los brazos, pero no tenía velocidad. Fue hasta ayer que nadé dos horas en Las Estacas que comprobé que ya casi estaba recuperado.
Encontrar la motivación de nuevo no es sencillo. Necesito olvidar Catalina y empezar a pensar en Cook.
Al mismo tiempo tengo que concentrarme en mi trabajo para enfrentar un inicio de año complicado.
La visita de Claudio confirmó lo que ya sabíamos del estado en que se encuentra la educación en Sonora. De ser una entidad que normalmente estaba en los primeros lugares de las evaluaciones estandarizadas y era pionera en innovación educativa, durante las dos administraciones pasadas pasó a ocupar el último lugar en algunos rubros, como la evaluación docente.
El tema de la obesidad ha sido una de mis preocupaciones desde que hace algunos años fundé Queremos Mexicanos Activos. También retomé ese tema durante mi paso por el Comité Ejecutivo del PRI. Actualmente estoy trabajando para ir un paso más adelante. Junto con un grupo de amigos estamos desarrollando una prueba de saliva que nos permita detectar la escala de riesgo de los niños y recomendarles a ellos y sus padres la dieta correcta y la actividad física que mejor se adecúa a su genética.
Mis escuelas siguen siendo un reto. Necesito llevarlas a punto de equilibrio al mismo tiempo que mantengo la calidad educativa, reto que ha mostrado ser más difícil que lograr los Siete Mares.
Ayer, después de leer el artículo del expresidente Zedillo, donde con toda claridad apunta los límites de las negociaciones entre el Presidente Peña Nieto y Trump e invita a la administración a encontrar nuevos caminos económicos en caso de que el Tratado de Libre Comercio se cancele, me entró un nuevo ánimo.
Mis metas para este año son:
- Ayudar a que Sonora mejore sus resultados en las evaluaciones de PLANEA y apoyar en los cambios necesarios para garantizar que todos los niños puedan asistir a los planteles sonorenses para aprender y completar sus estudios.
- Masificar una solución económicamente viable para que muchas familias tengan la posibilidad de prevenir las enfermedades relacionadas con la obesidad por medio de dietas y actividades físicas acordes a su genética.
- Avanzar en la estabilidad de NET y lograr un año con números negros, además de quedar entre los primeros lugares de PLANEA en los siete municipios donde ofrecemos educación.
Teniendo esto claro, Cook y el Canal del Norte encuentran su lugar. De esta manera no sólo me muevo constantemente de un evento a otro, sino que también logro olvidarme de la transformación por la que está pasando nuestra relación con el gobierno de Estados Unidos.
Dejo de preocuparme por lo que no controlo y aplico lo que dice Zedillo en mi micromundo; tomo las medidas correctas para compensar los cambios.