Terminé la semana pasada con un sentimiento de que algo sucedería, y así fue.
Cuando duermo, usualmente conecto el celular lejos de mi cama. Es una costumbre que me impide revisarlo si me despierto en medio de la noche. Así me quito la tentación.
El lunes pasado, cuando finalmente lo encendí a eso de las 4:15, me encontré con un mensaje de Mike Oram, el piloto inglés que espero que me lleve a buen puerto en el canal de la Mancha en unos meses. “Buenas noticias, me cancelaron un nado a finales de julio —decía el correo—. Te puedo ofrecer el primer lugar en la ventana con mareas bajas”.
Inmediatamente busqué a Rafa. Teníamos sesión de pesas en 45 minutos, a las 5:00, pero necesitaba que supiera lo que estaba sucediendo. Quedamos de pensarlo un rato y discutirlo después de la sesión de fuerza.
Ambos coincidimos en que estábamos a tiempo para hacer los ajustes necesarios al calendario de entrenamiento y que ser el número uno en la lista valía la pena. Horas más tarde le escribí a Mike para aceptar. Mi nado será ahora entre el 30 de julio y el 7 de agosto.
Esa noche tuve sueños extraños; estaba en el mar, en medio de olas con fuertes vientos y barcos piratas en plena batalla. Durante la semana recibí poco a poco pistas de lo que venía en camino.
Primero fue un pergamino con un mensaje.
Después apareció este perico haciéndome una pregunta.
No entendía bien qué estaba sucediendo hasta que ayer me dijo su nombre y sus intenciones.
En un instante, todo cobró sentido. Los sueños eran recuerdos de mi infancia, cuando don Julián, mi amigo el pirata, muere en una batalla. Después de muchos años, y seguramente después de haber pasado por varias vidas, reencarnaba en perico. Estaba feliz de tener un nuevo amigo que me acompañara en esta aventura.
Sin embargo, don Julián me despertó hoy con una noticia que no esperaba.
En sus alas tenía la mitad del mapa que él me había dejado cuando emprendió su viaje para enfrentarse a nuestros enemigos y salvaguardar nuestro tesoro.
Nuestra primera encomienda es evidente. Además de nadar todos los metros que me pide Rafa y pasar por las torturas de los ejercicios de fuerza y de preparación física, tenemos que encontrar al pirata que se quedó con la otra mitad.
“Tranquilo —me dijo Don Julián—. Mañana inicia la semana 13. Sé que el 13 se considera de mala suerte, pero nosotros nunca apelamos a la suerte, nos centramos en los hechos. Veremos qué pasa”.