Marzo 15, 2017

El primer signo de que me estaba relajando apareció esta mañana. Me desperté casi a las 6 de la mañana, tras 10 horas de sueño profundo.

Las sesiones de MAT y de fuerza con Ricardo y Rafa estuvieron agradables, con menos dolores musculares en ambas rutinas. Sin embargo, la prueba de fuego iba a estar a la hora de nadar.

En una escala de 0 a 10, siendo 0 lo más bajo, el lunes tuve dolores de 9 en los brazos y una sensación en el agua de 8. Ayer bajó a 7 y 5 respectivamente. Hoy iba decidido a salir con mejores números.

Hoy tuvimos un día extraordinario, con sol desde temprano. Las personas comentan que regresó el verano; por mi parte, pido que el clima se quede así hasta que nade.

Mientras que ayer la playa estaba vacía, hoy había actividad en todos los frentes. Un grupo de jóvenes de una escuela secundaria practicaba relevos en la zona, abundaban mamás con sus bebés y, en el agua, un grupo de personas estaba en clases de paddle boarding.

Después de nuestra rutina de calentamiento entré junto con Nora al agua. Estaba más fría que ayer, a alrededor de 15ºC según mis cálculos. Definimos un recorrido diferente, agregando unos 500 metros para completar la hora.

El trayecto empezó con un sentimiento regular; terminé la primera mitad en 33 minutos. Con el nado de ayer como referencia, asumimos que completaríamos la hora al llegar a la playa.

No obstante, cuando empecé a bracear de regreso me di cuenta de que traíamos corriente a favor. Los brazos se relajaron y decidí hacer un ejercicio que había platicado con Jaime Delgado, mi entrenador mental, pero que nunca había ejecutado: nadar sin perder el ritmo y la concentración y, al mismo tiempo, realizar mi rutina de meditación mentalmente.

Al principio tuve que regresarme unos pasos, pero de repente todo fluyó. La corriente a favor ayudó al ritmo, la concentración en la rutina de meditación me obligó a olvidarme de los dolores en los brazos y muy rápido estaba avanzando cómodamente.

Llegamos a la playa y nos dimos cuenta de que todavía nos faltaban 6 minutos, así que fuimos y regresamos para completar la hora con 3 mil 348 metros recorridos. Aun con la corriente a favor en la segunda parte, fue un buen resultado en términos de metros.

Esto por sí mismo hubiera sido un excelente resultado para el día. Sin embargo, lo que más me emocionó fue haber sido capaz de meditar mientras nadaba y salir totalmente relajado. Espero con calma mi día, seguro de que será una travesía exitosa y muy amena.

P.D. Hoy estrenó Pablo su dron. Sobrevivió al viento y al descontento de las gaviotas. Ojalá les guste el video.