30 de agosto 2015
Falta una semana para que salgamos a Tokio. De ahí tomaremos un avión a Aomori, donde rentaremos un coche. 90 minutos más tarde esperamos llegar a Tapii.
Éstos han sido días en que hay que empezar a cerrar todos los fólderes con pendientes. En la lista de lo que no podía dejar de hacer estaba la visita a Juan Carlos Salas. Además de ser mi amigo, Juan Carlos es un médico acupunturista que me ha ayudado a salir de lesiones mediante la corrección de mi mordida. Dado que el dolor del hombro izquierdo no había cedido, decidí ir con él para que me hiciera una nueva guarda y me revisara. Después de una hora de ajustes en la mordida y la espalda, salí con un brazo en mejores condiciones. El dolor no había desaparecido por completo, pero tenía menos tensión. Espero seguir mejorando en los próximos días.
Desde mi regreso de España hace dos meses he estado haciendo ejercicios de fuerza dos veces a la semana. Mi entrenador en Sport City, Óscar Pérez, me ha traído a raya; esta última semana tuve que meter tres sesiones porque mi agenda está complicada la próxima semana.
A raíz de las molestias que sentí en el cruce de Gibraltar, hemos puesto atención en tres áreas: hombros, espalda baja y cuello. La primera vez que hicimos la rutina tomamos 30 minutos, incluidos los descansos. Esta semana llegamos a sesiones de una hora con 21 minutos. Palomeado ese departamento.
Organizar el viaje ha sido todo un reto. Tappi, la ciudad donde esperaremos durante 8 días antes de nadar, está en una zona rural del norte de Japón. Desde que inicias los trámites para solicitar un espacio, lo primero que te dicen es que uno de los retos es vivir alejado de todo contacto con el mundo occidental. La gente no habla inglés, no hay comida occidental y, aun en el barco, la comunicación con el capitán es complicada. Además, no hay taxis.
En enero hice mis reservaciones de avión y en marzo ya tenía hotel y el plan para irme en tren de Tokio a Aomori, donde esperaba poder rentar un coche. A principios de junio recibí un correo de la agencia de viajes para informarme que los mexicanos no podían manejar en Japón. Aparentemente esto se debe al idioma y al sentido de circulación (al revés del nuestro).
Afortunadamente tengo un amigo que trabaja en la Embajada de México en Japón, Guillermo Eguiarte. Cuando vio las complicaciones por las que estábamos pasando para trasladarnos en tren y rentar un coche, decidió unirse al grupo. Ahora seremos cuatro mexicanos en Tapii, pero con uno que habla y escribe japonés perfectamente; gran alivio para todos.
A diferencia del Canal de la Mancha o Catalina, donde hay mucha información acerca de los cruces, Tsugaru es un nado relativamente joven y con pocos intentos exitosos debido a su complejidad.
La primera persona en cruzar de Honshu (la isla principal) a Hokkaido fue el estadounidense David Yudovin en 1990. Su tiempo fue de 11 horas con 56 minutos. A la fecha lo han logrado 17 personas más. Steven Munatones es quien lo ha hecho en el menor tiempo, 6 horas 11 minutos.
Como parte de la rutina, busqué a nuestro contacto en la asociación que regula el cruce, Shimasaki Yusuke, y le hice una serie de preguntas. Incluí temas como la localización de la boya meteorológica y los resultados de los cruces de este año.
En cuanto a la boya me dijo que no hay ninguna que nos pueda dar información acerca de la temperatura del agua o la fuerza del viento. Los resultados del año tampoco fueron alentadores. Cinco personas han intentado hacer el cruce a nado, de las cuales cuatro fracasaron; la otra persona lo logró en su segundo intento. Su comentario fue: “El clima no está cooperando”.
No hay mucho que pueda hacer al respecto, salvo seguir con la última semana de entrenamiento, salir de la lesión del hombro y llegar a Tapii para sentir las aguas del mar del norte japonés en mi cuerpo. Estoy seguro de que encontraremos la fluidez.