Junio 19, 2017
En cuatro semanas saldré hacia Irlanda para tratar de cruzar el Canal del Norte y así terminar con los Siete Mares.
Hace un año, por estas mismas fechas, estuve entrenando en la bahía de San Francisco. No quiero repetir lo que sentí; lo pueden leer en el blog de la semana pasada.
En esta ocasión mi visita fue totalmente diferente a la de hace un año. Llegué sin preocupaciones y confiado de que tendría una buena experiencia. Quería asegurarme de que mi termostato estuviera alineado con los requerimientos que tendrá mi cuerpo en unas semanas.
Las temperaturas oscilaron entre 12.5 y 14.5ºC y mis rutinas fueron de una hora el jueves, cuatro el viernes, tres el sábado y una el domingo.
Mi cuerpo reaccionó bien, se enfrió sin dolor y en los momentos de menores temperaturas logré mantenerme en ritmo y muy concentrado en mi estilo y el ritmo de mi patada.
En el sauna pasé la prueba de ácido. En todas mis visitas de este año y el pasado, había tardado hasta 45 minutos en el sauna para recuperar la temperatura de mi cuerpo. Esta vez fue diferente.
La rutina de recuperación inicia desde el momento en que sales del agua. Si la temperatura ambiente es mayor a la del agua, empiezas a calentarte. Subes las escaleras y te metes a la regadera. Empiezas con agua tibia durante los primeros minutos para que poco a poco entres en calor. Te toma como 10 minutos sentirte bien, y después pasas al sauna. Te envuelves en tu toalla; es importante dejarla dentro del sauna antes de meterte a nadar. Así, te da una primera sensación de calor. Luego te sientas en las bancas de madera y la temperatura empieza a subir.
En enero pasaba por unos minutos de temblor, pero poco a poco, conforme me fui acostumbrando, logré controlarlo. Lo más difícil de calentar son los pies.
En esta ocasión, todos los días pude bañarme con agua caliente desde el principio. Mi cuerpo no estaba frío y mi paso por el sauna fue mucho más expedito. El domingo fue el récord: sólo cinco minutos en el sauna.
Sin embargo, supe que las cosas iban bien cuando, todos los días, mis pies recuperaron su temperatura normal saliendo del club.
Con este entrenamiento termina mi rutina en San Francisco. Me siento muy afortunado de haber encontrado las puertas abiertas en el “South End Rowing Club” (SERC) y ser aceptado como miembro de esta extraordinaria institución.
El domingo pedí a mi amigo Simon Dominguez, quien desde el primer día fungió como mi anfitrión, que grabara un video en donde me llevo agua de la Bahía de San Francisco y de la playa de SERC para depositarla en el Canal del Norte.
Es una manera de que me acompañe el recuerdo de las muchas horas que sufrí entrenando en esas aguas heladas, al igual que los buenos deseos y las muestras de amistad de muchos de mis compañeros nadadores.
Espero regresar para compartir buenas noticias. Sin embargo, si por alguna razón fracaso, también regresaré, pues SERC es un lugar que siento cerca de mi corazón.
Ver el video aquí:
https://youtu.be/QL4sfhhbNT4