Marzo 20, 2016

Después de 17 horas, Lucía, Ximena y yo finalmente llegamos a Hawái,. Nora, Ariadna, Hugo (esposo de Ariadna) y Joaquín (hijo de Ariadna) llegaron cuatro horas más tarde, pues perdieron la conexión en Los Ángeles. La fila de migración estaba larguísima.

 

El gran ausente de esta aventura será Pablo. Lo vamos a extrañar mucho, pero decidió, correctamente, cambiar este viaje por ir a Cuba a fotografiar la visita de Obama y el concierto de los Rolling Stones. Su ambición es estudiar una maestría en periodismo que se combinaba con su pasión por la fotografía para dar cuenta de un momento histórico.

Lo único en que nuestro hotel se parece al de Tapii son los turistas japoneses. Está inundado de ellos. Por lo demás es un típico “resort”.

Hay cuatro horas de diferencia con la Ciudad de México. Estaba preocupado de que estaría despierto desde las 2 de la mañana, pero afortunadamente la melatonina funcionó y dormí hasta las 6 de la mañana.

Cuando me desperté tenía un mensaje de Nora. Nadaríamos a las 8:00 horas. Convenimos tomarnos un café a las 7:40 para platicar sobre el día.

Además de las comidas, hoy tenemos tres eventos relevantes: nadar, una junta entre Ariadna, Nora y yo y otra con los kayakistas y el capitán del barco.

Mientras disfrutábamos del café platicamos de nuestras principales preocupaciones para entrar en calor para la reunión de más tarde.

En mi mente hay varios momentos críticos. El primero será el inicio del nado. Recientemente una ola revolcó a una nadadora de La Jolla y su nado duró 10 minutos.

Después está el trayecto nocturno. Serán entre 8 y 10 horas de nado, con la luna y las estrellas como únicos acompañantes.

En ese primer bloque, por lo menos las primeras 4 horas serán con vientos poco favorables. Después esperamos mejor clima.

Hace mucho que no nado más de 13 horas. La alimentación con Accel Gel ha funcionado. Sin embargo, esta vez pueden ser hasta 18 horas, así que tenemos que contemplar algo sólido por si mi estómago empieza a rechazar el gel.

Finalmente, está el tamaño de las olas. Ése es uno de los principales problemas de este nado.

Cuando comento todo lo anterior con Nora, respecto a las olas me dice: “Nunca será peor que Catalina 2008. Ese día te metiste al agua en el límite de las condiciones para nadar. Recuérdalo.”

En mis visualizaciones para este nado he hecho acopio de dos eventos previos, mi primer cruce de La Mancha y el de Catalina en 2008.

Tengo que estar preparado para nadar más de 16 horas y lidiar con olas. Esos dos nados me dan confianza de que podré superar las crisis cuando esté en medio del Canal de Molokaii.

Terminamos el café y decidimos meternos al mar. El agua estaba como a 23 grados centígrados. Más tarde aprenderíamos que ha sido el día de menor temperatura en el invierno.

Los primeros metros no fueron fáciles. Tuvimos que nadar sobre un arrecife y varias veces pegaron mis manos sobre las piedras.

Convenimos una ruta hacia el oeste de nuestro hotel, vigilando que no fuéramos a meternos en el camino de los surfistas o alguno de los botes que estaban circulando.

En alrededor de 20 minutos empezamos a estar en una zona donde rompían las olas. No eran muy altas, pero si alguna nos revolcaba íbamos a acabar bastante raspados.

Nos dimos cuenta y cambiamos el rumbo. Teníamos que alejarnos de la zona donde estaban rompiendo las olas.

Lo logramos después de unos 5 minutos y el resto del primer trayecto estuvo muy agradable. El agua estaba transparente, muy clara, y encontramos varios cardúmenes de unos peces negros muy bonitos.

De regreso apuntamos hacia un barco que está anclado a unos 400 metros de la playa, y ahí nos encontramos a una pareja de nadadores, Sandy y Craig.

Intercambiamos nombres y orígenes, y nos contaron varias cosas interesantes. Entre ellas estaba la temperatura. Nos dijeron que nos había tocado un excelente día, pues no había llovido y el agua estaba muy clara, además de que los vientos habían bajado. Cuando Nora les dijo que probablemente intentaría cruzar el lunes por la noche, Craig comentó: “No vas a tener problema. Los vientos estarán calmados y tendrás un cruce sencillo”. Espero que tenga voz de profeta, pues nadie me había dicho algo así.

Nadamos un rato juntos y nos invitaron a nadar mañana con ellos y su grupo. Será una experiencia interesante, pues antes de nadar habrá una ceremonia en honor de un compañero de 80 años que murió recientemente en su sueño.

De regreso al hotel me imaginé lo bello que ha de ser morirse durmiendo. Repentino, sin dolor o sufrimientos.

Imagino las flores en el agua y, cuando veo a Lucía y Ximena, las invito a que me acompañen mañana.