Marzo 13, 2017

Ayer en la mañana, 29 horas después de que llegamos al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, finalmente arribamos a Wellington, capital de Nueva Zelanda. La primera sorpresa fue encontrarnos con unas esculturas de dos pájaros enormes; sobre uno de ellos estaba Gandalf.

Las maletas de Nora y Ariadna no llegaron en el mismo vuelo. Tuvimos que levantar un reporte. Cuál sería nuestro asombro (segunda sorpresa) cuando la persona encargada del trámite pidió a Nora que le pasara la Sección Amarilla para verificar el número telefónico de donde nos íbamos a quedar.

La joven que nos registró en el hotel nos dio la tercera sorpresa. Al escucharnos hablar en español, nos preguntó de dónde éramos. De ninguna manera esperábamos encontrarnos a una paisana de Guanajuato en la recepción.

En la comida no pude dejar de comentar cómo, usualmente, hablamos de lo mal que está México sin valorar avances importantes que hemos tenido como país. Uno de esos cambios es que hoy más jóvenes mexicanos estudian y trabajan en el extranjero. Sin dejar de lado los altos niveles de pobreza que siguen existiendo en nuestro país, hemos logrado que nuestra sociedad y economía sean más abiertas. Hoy somos capaces de competir a nivel global, y lo hacemos muy bien.

Durante el trayecto de la Ciudad de México a San Francisco empecé a sentirme mal. La garganta se me cerraba y me dolía mucho el pecho. No esperé a que los síntomas empeoraran y le pedí a Ariadna que me medicara. Desgraciadamente, aunque actué con rapidez, no pude salvarme de dos días con terrible tos, dolor en el pecho y mucho escurrimiento nasal.

La buena noticia fue que Philip Rush, el capitán del bote, se puso en contacto con nosotros mientras comíamos ayer. Acordamos verlo hoy por la mañana; él quería verme nadar. Quedamos de vernos a las 11 horas en la alberca Fryberg, situada en la Bahía Oriental, para conocernos y que me viera nadar.

Cuando me escuchó hablar le quedó claro que no me podría meter a la alberca. Platicamos un buen rato sobre el nado y sus características, retos y problemas principales. Nos dijo que este año lleva un récord perfecto de nados y que, dado que tengo sietes días, no ve problemas para que me toque uno bueno.

Sin embargo, la mejor noticia fue que esperaríamos hasta el siguiente domingo para empezar a monitorear el clima y las mareas. Eso me da una semana para mejorarme de la gripa y regresar al agua.