6 de enero de 2016

Fin de las vacaciones en Nueva York. El avión de Aeroméxico sale a las 9 de la mañana y tengo que subirme al coche a más tardar a las 6 para evitar el tráfico. Afortunadamente la alberca del New York Athletic Club abre a las 5. A las 4:50 ya estoy esperando a que abran las puertas.

Durante la última semana he nadado aquí todos los días. Cuando planeé estas vacaciones, sabía que no podía permitirme dejar de nadar. Todos los días, alrededor de las 7:00 horas, me aparecía en la alberca para cumplir con la tarea de Nora: 38 kilómetros, incluyendo dos sesiones de 10 mil metros.

Regreso a México y sé que tendré un año complicado.

Mi primer reto deportivo será la prueba de 6 horas en La Jolla para calificar al cruce del Canal del Norte. Necesito nadar 6 horas en agua a una temperatura de entre 12 y 14 grados centígrados. La naturaleza no está cooperando. Ayer consulté la boya meteorológica y el agua estaba a 15.5 grados centígrados. Veremos qué sucede.

A finales de enero salgo a Inglaterra para recibir mi premio de WOWSA Man of the Year 2015 y en febrero tengo un nado de 8 horas en La Jolla y un medio maratón con Ximena el último fin de semana.

El 19 de marzo salgo a Hawái y entre el 20 de marzo y el 2 de abril espero tener un día con el clima adecuado para intentar el cruce del Canal de Moloka’i.

Moloka’i fue mi motivación durante las vacaciones. Durante mis nados de 16 kilómetros, el 25 de diciembre, y de 38 kilómetros, la semana pasada, sólo pensaba en las 16 a 20 horas que me va a tomar el cruce. Me imaginaba las primeras brazadas, cuando sale el sol, cuando trago agua salada, cuando me alimento, cuando empieza a amanecer y cuando me dicen que faltan 2 horas. Hasta ahí quise llegar. Nunca pisé la otra orilla, pues no la conozco. Sin embargo, a dos horas de distancia seguramente veré la costa y de ahí para adelante será más sencillo. Espero.

Regresando de Hawái tengo cuatro meses y medio para recuperarme y estar listo para el Canal del Norte. En eso todavía no pienso. Sólo sé que salgo el 4 de agosto. Ya habrá tiempo.

Además de estos nados está mi trabajo en NET, mis consultorías educativas, la promoción de la activación física en el PRI, mi participación en los proyectos que tengo con mi hermano Diego y pasar tiempo con mi familia.

Siempre está latente la tentación de dejar los nados, pues recuperaría muchas horas a la semana. Cuando lo pienso, espero hasta el siguiente entrenamiento y, consistentemente, se me va la ocurrencia de la cabeza. Aun en los días en que estoy más cansado, me encanta sentirme bien al moverme en el agua y, sobre todo, la sensación de bienestar que tengo al terminar.

Me imagino cómo sería mi vida si hubiera dejado de hacer ejercicio y no me gusta. Recuerdo a mi padre a mi edad y así me imagino; lo veo ahora y así no me quiero ver.

Por eso, cuando me dicen que llego temprano a abrir la alberca, me da gusto saber que nadar es algo que me mueve a despertarme cada día y disfruto tremendamente.

¡Feliz Día de Reyes!